jueves, 12 de mayo de 2011

Capítulo 17 Tras la pasión



Abrí los ojos lentamente, temiendo que todo lo recientemente vivido se esfumase como producto de un sueño, despacio muy despacio.

Percibía su aroma. Sí, yacía junto a mí.

La primera imagen que capté fue su rostro, placido, dulce. Me miraba tiernamente, acercó su mano a mi mejilla y me beso los labios, los acercó a mi oído y me susurró:

–Os amo.

Ahora fui yo quien tomé sus mejillas con ambas manos y la besé pero el mío fue más profundo, más intenso, calmo, saboreando la pasión sin dejar que ésta se desatara impidiendo mostrar todo el sentimiento contenido en dicho beso.

Abrí de nuevo los ojos tras aquel despliegue del sentir, esta vez no había temor, sabía que estaba allí, que no estaba soñando.

Nos mirábamos absortos, embriagados de amor, Habíamos pasado la noche entera fundidos el uno al otro. Ignoraba cuanto habíamos dormido y no me importaba en absoluto, mi agotamiento no rea tal, era más bien plenitud.

De súbito como extrayéndonos de nuestro paraíso común, alguien golpeo en la puerta y preguntó:

-¿Permiso?

Miré a Roxane que puso un gesto de aprobación y contesté:

-Adelante.

Entró en la estancia una de las asistentas y nos comunicó que Merlín se hallaba aguardándonos abajo en el salón, soltó una gran jarra y paños de aseo junto al palanganero y tras comunicarme que en mi cuarto había dejado también semejantes objetos, abandonó la alcoba.

Me vestí, besé de nuevo a mi amada y acudí a mi habitación para asearme.

Ciertamente encontré la enorme jarra y los paños junto a mi palanganero, comencé a asearme y nuevamente caí en la cuenta de que mi barba ya era muy profusa, debería aprovechar la estancia en aquella fonda para afeitármela, al reanudar el viaje pasaría mucho tiempo hasta encontrar otra ocasión. Me la voy a pisar, me dije en un pensamiento que acompañé con una carcajada.

Concluí el aseo y me vestí nuevamente con aquellos atuendos cómodos, holgados y opulentos que nuestro anfitrión nos proporcionaba.

Dirigí mis pasos a la planta inferior, tranquilo, sin prisa, aun a sabiendas de que Merlín aguardaba, era previsible que Roxane se demoraría más y nuestro amigo no comenzaría ninguna conversación relevante en su ausencia.

Merlín se hallaba en aquel salón sentado a la mesa moviendo en un cuenco las gachas que le sirvieran para su almuerzo ya hacía largo rato. Simplemente las hacía bailar en el caldo sin probar bocado.

Estaba como ausente, en un aparente repaso mental. Al sentir mi presencia alzó la vista y me saludo en un ademán fatigado.

Yo aun me hallaba pletórico de modo que uní a mi saludo un comentario jocoso:

-Buenos días tengáis amigo mío, veo por vuestros ademanes que el banquete fue memorable.

-Vive Dios que así fue, apenas puedo mantener la cabeza sobre los hombros y no hallo modo de entrar el alimento ni exhibiéndolo ante mi vista, ni unas simples gachas alcanzo a engullir.

-Lamento vuestra indisposición pero alivia saber que ésta es fruto de un goce que bien valió la pena.

-Sí, muy cierto. Sois tan acertado que hasta alivio estoy hallando. Realmente fue un banquete para fechar en la historia ¡Qué desmesura!

-Reitero lo dicho y me alegro infinito de vuestro disfrute, la resaca será breve y vuestro gozo lo recordaréis largo tiempo.

-En verdad no lo olvidaré Augusto no sólo es nuestro anfitrión, es un gran amigo. No será necesario precisar de nuestro pequeño “tesoro” él nos proveerá de todo pertrecho.

-Largo es el camino su ayuda será fundamental.

-Aunque aquí es grata la estancia, no debemos permanecer más allá de lo estrictamente necesario, no sólo por respetar las mínimas normas del huésped, sino por el peligro que entraña para nuestro amigo el ser implicado como cómplice de quienes persigue Lorena.

-Lorena… Tenéis que hablarnos más de este oscuro personaje.

-Así lo haré, pero permitid que sea en presencia de nuestra amiga, resulta odioso contar una y otra vez ciertas historias.

-Coincido con vos. Nuestra amiga ya no tardará en deleitarnos con su compañía. Mientras acompañaré, vuestro desayuno al mío, puesto que yo si tengo un apremiante apetito.

Las gachas estaban exquisitas, era una lástima la inapetencia de mi amigo, estaba privándose de un manjar sin par.

Me hallaba en pleno disfrute de aquel de pocos placeres del que se disfruta sin dar explicaciones cuando nuevamente iluminó la estancia la presencia de mi bella amada.

Sumaba a su belleza natural, los ricos ropajes que Augusto nos proporcionaba y un semblante que al igual que el mío, confesaba indiscreto nuestra noche de amor apasionado.

-Buenos días tengáis amiga mía, veo en vuestra mirada que la noche fue grata, como lo vi en la de mi gran amigo Víctor.

-También la vuestra muestra un derroche casi desmesurado, a pesar de lo demacrado se os ve plácido.

-Bien decís amiga mía, derroche y placer, en fortuna tal y como me dijese Víctor, lo demacrado desaparecerá pronto, pero la noche no la olvidaré.

-Ni Roxane ni yo, amigo Merlín, nuestra noche también fue memorable.

-Lo sé y me alegro infinito. Ahora debemos comenzar a ponernos en marcha, sé lo grata que es aquí la estancia, pero es harto peligrosa para nuestro anfitrión. Hoy mismo comenzamos los preparativos para la partida.

-Si no os es molestia ni os tortura, os ruego comencéis a explicar lo oscuro de cierto personaje, pues ya está presente nuestra amiga.

-Intuyo que me aguardabais ¿Es dicho personaje Lorena?

-Así es, apenas sabemos de ella, tan sólo que es poderosa, que nos persigue y que siente un odio visceral por vos (Señalé en un suave ademán a Merlín)

-No niego que me tortura, tanto despierto como en mis sueños, pesadillas más bien.

-Si tan dolorosa es vuestra tortura, os ruego obviéis mi egoísta insistencia, al fin y al cabo, en tiempo al tiempo iremos conociéndola sin necesidad de torturaros navegando en el pasado.

-Navegar en el pasado… Llevo tantos siglos haciéndolo…

-No os torturéis, coincido con Víctor, no hay necesidad.

-¡NO! ¡debo hacerlo! Sólo así haré frente a la congoja.

El rostro de Merlín había cambiado por completo, era una mezcla de miedo y desesperación, vi algo parecido en la mirada de Augusto, ambos debieron ser víctimas de su crueldad.

-No os alteréis amigo mío, calmaos, Roxane y yo estamos aquí para ayudaros, Augusto también sufrió su ira y ahora estamos bajo su protección.

-¡No estamos bajo su protección! Ni él mismo se puede proteger de ella, yo le oculté de ella y él en honor hace con nosotros lo mismo.

-Si os ayuda en algo podéis contarnos Augusto y vos la historia, juntos os infundiréis valor (Argumentó Roxane, saliendo de su mutismo)

-No amiga mía, Augusto no lo sabe todo, no todo lo que vosotros conocéis, y así quiero que siga, es mejor para él y los suyos.

Merlín se sirvió un vaso de vino y comenzó su relato.

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